Fábulas, cuentos y otras mil y una historias para reflexionar y aprender a la sombra del centenario Baobab

lunes, 11 de julio de 2011

Las pescadoras


Érase una vez un grupo de mujeres pescadoras. Después de concluir la faena como cada jornada, se pusieron en marcha hacia sus respectivas casas para reunirse con sus familias y descansar. El trayecto era largo y, cuando la noche comenzaba a caer, se desencadenó una violenta tormenta.

Llovía tan torrencialmente que era necesario guarecerse. Divisaron a lo lejos una casa y comenzaron a correr hacia ella. Llamaron a la puerta y les abrió una hospitalaria mujer que era la dueña de la casa y se dedicaba al cultivo y venta de flores. Al ver totalmente empapadas a las pescadoras, les ofreció una habitación para que tranquilamente pasaran allí la noche.

Era una amplia estancia donde había una gran cantidad de cestas con hermosas y muy variadas flores, dispuestas para ser vendidas al siguiente día.

Las pescadoras estaban agotadas y se pusieron a dormir. Sin embargo, no lograban conciliar el sueño y empezaron a quejarse del aroma que desprendían las flores:
 “!Qué peste! No hay quien soporte este olor. Así no hay quien pueda dormir”.
 Entonces una de ellas tuvo una idea y se la sugirió a sus compañeras:
  --No hay quien aguante esta peste, amigas, y, si no ponemos remedio, no vamos a poder pegar ojo en toda la noche. Coged las canastas de pescado y utilizadlas como almohada y así conseguiremos evitar este desagradable olor.

  Las mujeres siguieron la sugerencia de su compañera. Cogieron las cestas malolientes de pescado y apoyaron las cabezas sobre ellas.

 Apenas había pasado un minuto y ya todas ellas dormían profundamente.



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